por los charcos,
ignoran la tristeza
que hace llorar al cielo.
Lluvias desordenadas
por los pesares
y la claridad esquiva.
Mi mano acaricia
el frio mármol,
sobre el que está
mi humeante café.
Roza la Navidad las brasas
de los rescoldos de un hogar
que se desvanece por las ausencias.
Calles vacías,
de pueblos vacíos,
que brillan
con tanta humedad.

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