esa docilidad que despliega
quién siempre miente.
No deseo halagos,
prefiero la aspereza
de la verdad no domada.
El tiempo orina la farsa,
como el tiempo
orina la pacotilla.
El engaño deslumbra,
pero en ese fulgor
no hay elegancia.
Ametrallaría al hipócrita,
sin sentir ninguna culpa.
No hay nada tan exasperante
como ver cómo ocupa
las primeras filas
quien sin talento
tiene el éxito
que alcanzaron sus alharacas.
Lo que queremos ver y oír,
la verdad que el truan
no quiere reflejar.

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