Mi mano mece la cuna de una pequeña fiera.
Mi mano alimenta el vil montruo de lento engorde.
Mi mano acaricia la hora, lejana de soltar al crecido engendro en tu limpia casa.
Todo llega, todo ocurre, tu duelo eterno.
Desinstruido es tu linaje y tu ralea.
Espero el fin y crio lustroso al ciclope que a tu casta zafia pondra fin.
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