Que indiscretas son las ventanas que dan a la calle.
Justo al ras, a la pata la llana.
A pie de calle.
Para ser vistos en un gesto de gratuito exhibicionismo.
A pie de calle los duelos.
A pie de calle el amor.
A pie de calle la pequeña disputa.
A pie de calle la gran batalla campal.
Con discretos visillos, nada nobles, nada tupidos.
Sin sosiego en el trasiego de la verbena de la calle.
Juicios zafios de alcahuetas.
Puertas abiertas hasta la corrala.
Saloncito de gritos y aspavientos.
Casa de habitantes nada discretos.
Ruido de matracas, sartenes y baños.
Ventana ante la que no sufrir, ni pasar con descalabros.
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