Llora el aire tras los cristales.
Mece el viento el naranjo.
Lenta es mi reacción a la cólera.
Calma de postrimeros instantes.
Sin disputas.
Sin el ruido de los gimiqueos de los velorios.
Con la templanza de las perdidas fuerzas.
Meandrinoso último instante.
Me vence el sueño del olvido.
El sueño que todo lo perdona porque sabe que ya no hay cuentas pendientes.
El cobro es de los vivos y en este umbral ya nada se cobra.
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