Ha sido suerte sortear tu trapera puñalada.
No era mi hora, no era tu pluma burda la escribiente de mi fin.
Resalte de escarificaciones que me harán recordar.
Cicatrices de inferiores, parásitos nucientes que no soportan la luz del sol.
En la armonía de los castaños sano inalcanzable para los que solo poseen un cubil ganado con la más sórdida de las estafas.
Juré justicia olvidando que lo más justo es que no me vuelva el zafio a escarniar.
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