El peso de tus frutos troncho tus ramas, sin madurar y rendir tus talentos.
Debiste cortar con la carga inútil.
Y no dejar morir tu pletórico árbol, por esa enajenante carga.
Se fue tu animo y tu vida terrena.
Empieza ahora tu eternidad.
Desde las claras aguas pide por los tuyos y por la locura que sin quererlo has desencadenado.
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