Borrasca de pasión pueril.
Que como llega se va.
Dejando solo charcos someros.
Un pequeño desorden en el jardín.
Y un suave olor a húmedo tropiezo.
En el amargo sabor de los chicles de fresa.
En las labios que besan mientras chupan un polo de limón.
En la febril pesadilla de lo no consumado.
En la caricia a través del grueso abrigo de cheviot.
Esa fue mi derrota.
Que lavo en los chascos.
Que oreo en el jardín.
Que intento borrar bajo la tormenta.
Besos de praliné.
Caricias entre apuntes.
Entrelazados los dedos para sentir en ingenuos gestos lo que realmente era el amor.
Joyel de valor incalculable con el que alimente el hambre de brillos de los grajos.
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