Los melosos crímenes.
Surcan mi rostro las cicatrices de la mano de almíbar.
Del beso de Judas.
De los ojos brillantes en los que no vi el engaño.
De la tierra extranjera que nunca me acepto.
Caricias amputadoras de alcurnia.
Sin pruebas fehacientes.
He tenido que escapar para poder contarlo.
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