Escribir es una forme de lavarse y desprenderse de la roña que se te pega, al estar rodeado de un zafio entorno.
Son las palabras fuente de nueva vida y aliviadero del pantano del dolor y de la muerte.
Renazco con la inmersión en las ideas, en las sanadoras frases, letanías de rezo, de loa y plegaria.
Encajaré lo que tú, mi Dios me mandes y te diré, como coloco las piedras de los que me apedrean, con bellas palabras.
Es mi fortaleza un castillo construido con los proyectiles de mi lapidación.
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