Se pierden en la velocidad los pensamientos.
Y ante la perdida asimilamos lo común como propio, por miedo a decir que somos pobres.
Se acomodan anchas en nuestras vidas las frases extranjeras.
Se expanden soberbias las pompas, pensamientos huecos de hambre y sed.
Se ceban en el rincón más intimo, distorsionando el fondo e hiriendo de muerte el heredado acervo.
Que inteligente es el pirómano, que en unos segundo obliga a cambiar de estado y a mudarlo todo.
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