Se cierran los ciclos sin pedirnos ningún permiso.
Se cierran con el clarificador balance de lo estanco e inamovible.
Con el ansia de vació en las nuevas estancias.
Con el torturador despertar entre sabanas de espuma de mar.
Sobre un lecho de erizos y el frió oleaje de enorme océano.
Todo se cierra, capturando en la capsula del olvido inocencia.
Abriendo valles de senectud.
Cañones de áspera piel e hirsutas canas.
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