En la sofocante sombra que amamanta ansias.
Deseos de fiebres nocturnas.
De danzas de ruegos en la noche de lagrimas.
Comporta el hambre tanta desdicha.
Se asientan las ganas maceradas en el placebo de los placeres fáciles.
Pero no calman la calentura de lo difícil.
Saciado de lo no implorado no olvido lo que con locura imploro.
No me oye la mano suave.
No me besa la boca jugosa.
No me atiende el cuerpo goloso.
Yo no existo para la anhelada manzana.
Manzana que el azar caprichoso hace que reine en mi mente.
Hace que esté omnipresente.
Hace que su desdén hiriente are mis carnes rendidas.
Hace que la sal de su negado amor queme mi cuerpo cuajado de heridas.
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