Léeme en las palabras que se repiten.
Son las notas del dolor.
Bajo continuo y maldito.
Oda a la muerte del que me tendía la mano.
Réquiem soberbio en el que lloraré.
En el que haré de mi llanto un envidiado gesto.
Abandona la debilidad mi cuerpo con tanto cañonazo desacertado y certero.
Esquirlas para mi mortaja.
Piedras para mi mausoleo.
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