Siento como vuelve el ciclo de la pólvora.
El hormigueo del acoso.
Miles de enanas fulanas que en el número intentar rendirme.
Siento el huracán de sus infamias.
El helador aliento de letrina que destilan sus bocas cuando airean sus podridas entrañas.
Siento en rededor la escombrera moral.
Siento el vaho de infierno de la enfervorecida patulea.
Bumerán que consigo mismo se estrellara.
Siento el terremoto de la inquina del árbol tuerto.
Es cansancio lo que ya siento.
Rendición ante la tropa de zamarras liderada por la cazuela sucia.
Por la dama chancro del frite y la mondonga.
Valle protegido de los vientos aventa este grano y libéralo de tanta cizañera miseria.
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