Terrones de azucar
Con frecuencia nos contenta el infortunio.
Nos contenta engolosinándonos con terrones de azúcar.
Y por unos instantes, dejamos de padecer.
Y por unos momentos, dejamos de sentir los zurcidos de nuestra lona.
Dejamos de sangrar por las restañadas cicatrices.
Dejamos de pensar que la desdicha volverá mañana.
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