Me envuelvo en las mantas que tapan destrozos.
En la resina del alba.
Confort de caricias fieles.
De lenguas que con amor sanan llagas.
Cuido el infierno con la esperanza de hallar el cielo.
Entre cuatro paredes se encierra mi gloria.
Se esconde tras las tapias muy altas.
Tras las cortinas escondo mi alborozo.
Mi carcelero oasis de paz.
Soy lo que abarco.
Soy lo que el calor de mis brazos puede abrazar.
Sabe a lumbre mi espera.
Sabe a carne de membrillo.
Sabe a infancia perdida,
Perdida y rememorada.
En los colores de los caquis
En las granadas del suelo del pasillo.
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