La belleza duele,
la belleza abre puertas,
pero también abre la puerta del infierno,
la puerta de la envidia,
de los celos.
En la belleza está el placer,
está el gozo,
en su tersura anida el amor,
pero de igual modo enraiza el desasosiego
y el estigma de la incomprensión.
La belleza es caduca,
es histriónica,
es distante.
Mariposas llamativas,
que revolotean inconscientes
en los zarzales
donde habita el alacrán.
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