Sobrevivir hiere, nos marca.
Marcados porque hemos salido victoriosos, cuando vivir no es una victoria.
A veces la victoria es desaparecer, diluirse como un terrón de azúcar en este mar de desidia, en este infierno de latitos que nos fuerzan a la presencialidad.
Precipitó mi ausencia, acelero mi partida, no soy dueño de nada, pero en la autodestrucción quiero ser Parca, que corte el hilo de una vida, que ya nada me gusta, que en nada me complace, que sólo genera en mi, hastío y desidia.
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