Horas Santas que son infiernos de pusilánimes enharinados,
voces de pamplineros, de meapilas del interés.
En las tinieblas retumba el grilleo del marmelo,
el susurro lechoso del tarascón.
Raquítica profundidad de desafinadas preces, de silencios de voz de vicio.
Pantomima de zorrones que en los gorigoris mal entonados encuentran desafuero.
Chascos de miseria donde naufraga cualquier plegaria.
Demasiados silencios en la ausente rima sin trino.
Huele a letrina la plegaria del mercader.
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