En los bellos jardines habita el olvido.
La cautela nos expone al abismo.
Damnatio magna.
Somos víctimas de la envidia.
De la falta de destrezas del mediocre.
Hacen leña del majestuoso los vulgares.
Festín de la saña, del cobarde, que nunca alzó la voz, mientras el regio vivía.
Sin referencia, la zafiedad escala a la cumbre.
Santos peleles.
Sarasas con miriñaque.
Cólera de sobrevenidos pusilánimes.
En las horas bajas, te ataca traidor.
Fuego de ansia y de negada preeminencia, que el talento les vetó.
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