sábado, 20 de octubre de 2018
"La Raspalanas" Petra Salado de Celan
Todo era confusión en casa de "La Raspalanas", olor a orines y a verdolagas. Del techo colgaban varas en las que se secaban y ahumaban, hierbas, chocos, cecinas y algun pez que de seguro llego muerto a la orilla. Vivir no era difícil, hacerse entender y respetar no era nada fácil. El aislamiento es una cautela, una sabia y forzada decisión, para poder seguir existiendo, para dejar de sentir el rechazo, para sentir que ya no nos falta el aire. El original, el único, importuna en un mundo de mentes rasas, de estandarizados mondos, de crueles mediocres, que encuentran su fuerza en la generalizada y mayoritaria flaqueza.
Petra, nació el día de San Pedro, nació negra, nació dura, nació inamovible. Petra Salado de Celan, era desde la cuna, una señalada, una mancha, un baldón. su madre, la nivea, la de los ojos de hielo, Úrsula Salado de Celan, la bellísima hija del Condestable, se quedó preñada muy joven, de un joven ebúrneo, recio y altivo, un regio ejemplar importado de África para las plantaciones de caña. La pasión todo lo enreda y Úrsula y su blancura, se enredaron en la viril negrura de Cleavon. Y los cuerpos dispares que endiabladamente se atraían, rodaron y rodaron, uno sobre el otro, rodaron sin confundirse, y en ese abrazo continuo y enorme, en los cobertizos, en las cuadras, en el bosque, ocurrió lo lógico, que de tanta pasión desmedida, Úrsula quedó en cinta, y perdió su cintura, y su abultada barriga que ya nada podía disimular, enfureció a su padre y fue rechazada y expulsada del orden y del lujo de su hipócrita casta, de su enjalbegada casa.
Ursula vago por los pantanos sola y sin delatar al ebúrneo, que arrebatado de la misma pasión que la blanquísima, huyó del ingenio para acompañarla en su suerte. Huyeron a los bosques de las charcas, a los bosques de las fiebres, donde casi nadie se adentra, salvo los proscritos y los rufianes. Ursula y Cleavon, huidos y hambrientos criaron entre penalidades a Petra, la criaron rolliza con lo que rapiñaban y recolectaban en aquellos bosques y charcas. Todo era duro y sencillo, pero aun así eran felices en la confusión de sus abrazos y en el vinculo que da compartir tragedias, compartir una misma desgracia.
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