que erosiona su soberbia.
Es mi nobleza carne de cañón.
Me rindo y me rebelo
contra mi instinto natural,
me doblego como junco,
en este valle de empréstitos
que he decidido no cobrar.
La melancolía me lacera
como pedernal que me acaricia.
Abrir y cerrar de ojos
que descorre telones.
Ser autosuficiente
para rendirme ante
las postrimeras migajas,
así me siento,
así me sentencio,
así me lamento.
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