Nadie me ofende si me dice que huelo a mis afectos, que huelo a campo, que huelo a vacas, a perros, a mis animales, a mi trabajo.
Soy mis afectos, soy el olor de los animales a los que quiero.
Desdichados los relamidos que atufan su vulgaridad con almizcles.
Mis manos son mi vida, vivo a través de mis manos, con ellas siento y con ellas me expreso.
Con mis manos exprimo la vida, la palpo, la siento.
En mi vida no tiene cabida el desaliento.
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