martes, 4 de junio de 2019
La Estirpe del Cetro y el Orbe. El papel pautado
En estos tiempos tan volátiles y de volatineros, no hay nada más estable que los linajes. No hay nada más laborioso que la construcción de un legado, que el abnegado sacrificio de las directrices que marca heredar para acrecentar y volver a legar.
Sólo los que cifran su éxito en su persona, no estiman este constructo humano, que se revela contra la pulsión natural y de modo alambicado trenza trayectoria que van más allá del individuo, forjando estirpes y naciones. Destinados desde la cuna y acunados con las directrices del marcado destino. En el seno de una estirpe se nace, pero sin el férreo inculcar todo se desbarata en segundo, por que no lo dudes, siempre son los segundos los que reclaman el sitio del primero en preeminencia y orden. Y el primero es primero por marcado y consuetudinario orden.
No es la ley del más fuerte la que rige la estirpe, la que domina la sangre. Es la ley de la primogenitura la que doblega la pelea de gallos de corral y antepone la formación a la bravucona hombría.
Predispuestos, primeros entre iguales, formados para asir riendas, para no desclasarse, para supeditar instintos y casar sin amor para amasar y juntar fortuna. Desafortunados Reyes que en sus manos tienen el cetro y el orbe.
La humanidad lo sabe, el hombre primitivo nada vale, sólo vale la férrea cárcel del que asume el rol impuesto y el que entre barrotes dorados transmite estatus, lega cárcel, lega e inocula dictados.
Un pueblo no es la tierra que pisa, es el general que enarbola su bandera, es el apellido que retumba en el recuerdo compartido, en las hazañas. Sin Rey no hay reino, sin reino no hay patria, sin memoria todo naufraga.
Pierde la cabeza quien cree que llegarán tiempos sin directrices y que en las repúblicas cualquiera manda. Esos son los pensamientos del mondo que cifra su éxito en una vida, y vive ansiando suertes esquivas y que en la revoltura le sonría la fortuna, una preeminencia que por su falta de larga estrategia, a su padre y a él, les dio la espalda.
Por eso es tan importante el papel pautado. Sin pautas no hay legado.
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