Perdida la elasticidad se desincrinoniza el gesto.
Es fría la corriente del aleteo de los ángeles caídos.
Caleidoscopio de cortantes cuchillas.
Sangre azul que garabatea dolores.
Rugen los rostros cetrinos.
Y solo me defienden los lejanos.
Son ellos los que espantan los moscones de muerte.
Que de seres cervunos me cercan con este bosque de astas.
Son los chivatos los que gritan a las peñas del eco mi agonía.
Y las chirrioneras multitudes prestas corre a molerme a latigazos.
Clavado con alfileres de vudú en el diabólico parnaso de los locos.
Loco adorador de los perros.
Culto que el corto tanto persigue.
Soy un condotiero que ya no se vende.
Aunque nunca recuperaré la doncellez.
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