No lloraré por la muerte del cruel.
No rodará ninguna lagrima por mi mejilla.
No lloraré, porque no se llora cuando se esboza una sonrisa.
Una sonrisa de calma.
Una sonrisa de tranquilidad.
Si Dios es justo, lo que ha hecho lo pagará donde Dios decida.
Ya no está en manos de la justicia humana.
Ya está en las manos de la justicia divina.
Y en esas manos, él sabrá si se ha arrepentido, porque no tiene tiempo para hacerlo ya.
No me duele su muerte.
Solo siento que se ha ido para no volver.
Solo siento que se ha ido una sanguinaria alimaña.
Solo siento que no se vayan con él muchos más.
Se ha ido en su casa temiendo a la muerte.
Temiendo su malignidad.
Temiendo su mala conciencia.
Se ha ido entre cuervos, entre las cenizas del que escribe tragedias.
En la negrura de sus negras entrañas de asesino.
Se hay ido el cáncer de los inocentes, devorado por su propio cáncer.
Te has ido carnicero sin purgar tu pena y solo espero que te la cobren en el más allá.
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