Lector de machas, de cartas escritas sin percatarse, de epístolas de manos que roban a otros su pan.
Es cuando el color ha desaparecido a causa del dolor, es cuando caminamos con las manos cosidas a la espalda, rendidos, sin volar, engullendo metralla que pesa y nos agarrota desde nuestros estómagos. No nos ata el corazón, nos ata el hambre, el hambre nos rinde y nos llena de plomo. Quien controla la necesidad controla las lineas aéreas de la imaginación. Quien controla el hambre de nuestro hermano, nos fuerza a imaginar, a hacernos silentes lectores de manchas, a hacernos las victimas para que al vernos rendidos no nos golpeen más. No hay futuro pero los que fingimos estar derrotados lo tendremos que inventar.
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