Cierran las vidas correctas, los entierros gloriosos.
Es el último salario terreno, para los buenos seres de vida coherente.
Treinta sacerdotes y el que se sienta en la cátedra.
Alegra la tristeza de la despedida el fervoroso silencio.
En olor a multitudes y a incienso se ha marchado.
El primer día de la novena de San Sebastian, después de haber dicho misa.
Le recuerdo con su bonete, cuando era rector del seminario.
Cuando nos daba clases de urbanidad.
Le recuerdo cuando enterró a mi hermano Luis Julián.
Le recuerdo cuando caso a mi hermano Benjamín.
Le recuerdo hace unos días rezando el rosario.
Una vida muy larga al servicio de su pueblo.
Adiós don Luis, salude y dele al llegar al cielo un beso a mi hermano Julián.
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