Cuando se entra desde el sótano, se asciende por mérito o por servilismo.
Hay mucho servil en la cumbre, arribado a ella chupando culos, se ve y es muy visible en su pensar calcado, en sus respuestas perdidas, desperdigadas, perdigones con los que dispara para derribar presas, votos apresados en unas redes de demagogia ramplona que faena con gran éxito.
El servil poco talento tiene, salvo si se considera un talento obedecer sin rechistar y servir para trepar.
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