domingo, 29 de septiembre de 2019

Marta de la Red Peñafort


Marta de la Red Peñafort, estaba muy locuaz esa tarde, repitió al menos tres veces, que la piedad habita en lo insignificante, que la titiritera magnanimidad de la Marquesa de los Andes era sólo desmedido teatro, circo para que la jaleara el vulgo.
Los de la Red, ya no eran nada en Medina de Peñafort, ya no eran nadie, pero seguían estando emparentados en mayor o menor grado con la almendra, las cinco calles en las que se apiñaban los palacios en el roqueño pueblo de Peñafort. Por eso estaba Marta esa tarde tomando el té, con Chelito Algar de Mesa, IV Condesa de Mochales. Porque en los microcosmos como el de Medina, los que son alguien necesitan corte, y eso era Marta, corte de su prima quinta, la Condesa, de la Heliogábala de la Chelito.


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