domingo, 12 de enero de 2020
Lara y los crueles renglones
Los primeros renglones de la vida, de un tierno infante, los escriben los progenitores. Son imposibles de borrar, sólo queda asumirlos y tirar para adelante.
Lara Negri, nunca asumió los primeros capítulos de su vida, su dureza, su frialdad, nunca los asumió, aunque tiró para adelante.
Lara, odiaba a sus padres, y sobremanera a su madre. Su padre sólo escribió un único renglón en su vida, abandonar a su madre antes de que ella naciera, por eso su odio era menos grave, porque nunca estuvo presente, siempre fue, un hijo de la gran puta, ausente. Pero su madre, si estuvo durante mucho tiempo allí, machacándola y haciéndola culpable del abandono de Marcel.
Lucienne Negri, era una zorra, caprichosa y voluble, que siempre consideró una carga a Lara, que siempre estaba al cuidado de alguien, olvidada en algún camerino, esperando en una barra, mientras, Lucy, actuaba, alternaba o zorreaba con sus clientes.
Lara, sabía que lo que vives te impregna desde dentro, y por mucho que te laves y te perfumes, ese aroma de sordidez nunca desaparece.
Su penar no se diluía, y se acentuaba quejumbroso con el melancólico sonido del piano del Cabaret de Néant.
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