Vibra el verbo airado,
en el aire calmo.
Vibra y solivianta al manso.
Palabras atesoradas en la cárcel de papel.
Y liberadas por la voz nítida
que las lanza a la batalla,
sobre el brioso corcel
del torrente broncíneo
del terciopelo de unas cuerdas
que vibran airadas.
No reprimas la embestida,
ábrete y disfruta de la voz sublime.
De la rima alambicada,
de la miel y la hiel.
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