Gorriones heridos.
Infantes que ya jamás alzarán el vuelo.
Enzarzados, en las manos laboriosas que tejen desdichas.
Elevados ideales de las altas tapias.
No quiero ser como él.
Nunca seremos iguales.
Ni siquiera seremos pájaros libres.
Vivir, en este mercado, amputa las alas.
Y los cándidos ruiseñores, lo saben.
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