Yo temo a muy pocas cosas.
Pero si realmente temo a algo,
es a abandonarme a la suerte del áspero trago.
Rendirme al dulzor maldito del alcohol,
a ese remostoso almíbar que todo lo puede
y que hace, que todo lo tragues.
Soy devaneo perenne.
Soy barullo.
Soy insomne perturbado,
que todo lo disecciona y analiza.
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