Igual, aunque hace sol, llueve.
Nuestro tiempo
está tasado,
medido al extremo.
Reseca la brisa
de este infernal tiempo,
las briznas
de lo que ansia ser.
Quisiera dejar de amarte,
quisiera no sentir nada.
Las montañas,
no saben refrescar su frente,
no saben dejar de ser montañas.
Jamás, sopese el tormento
que es amar,
la angustia, que es desear
y deambular por las curvas del infierno.
Viento majestuoso,
que mece a los grandes robles,
seca las lágrimas de mi desconsuelo,
que los labios que yo quiero,
no me besan,
y sin sus besos,
yo, muero.
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