y yo encharcado de nostalgia,
salgo a la ventana
a que me oree el viento,
que acaricia hojas de roble
que saborean sus primeras albas.
Alhajas de reina en desgracia
que al amanecer orina en sol.
Noches de infierno y brillos de refulgente pacotilla.
Mil manos me manosearon ayer,
y hoy me despierta la luz solo,
anegado por la ausencia,
por la falta de una mano fiel
que me muestre su herida palma.
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