lunes, 10 de mayo de 2021

El placer devora inocencia


Sólo los iniciados 
entienden lo creativa 
que es la maldad, 
las alambicadas 
estrategias que teje 
la podredumbre moral. 

La perversión 
es sofisticada empresa, 
llena de trampas 
y de fosos 
con hambrientos 
y voraces cocodrilos. 

No hay nada más sublime 
que el placer 
de degradar al puro, 
que el placer 
de torcer 
el sendero impecable 
del perfecto. 

Se acicala Eróstrato,
para con su poder 
de seducción, 
destruir bellos 
e incólumes templos. 

Sólo los iniciados 
sobreviven 
al laberinto carnal 
que les hace rodar 
hasta la sublime 
degradación. 

Ruinas vivas 
que se han curtido 
en las promiscuas batallas 
del desenfreno,  
en las cacerías atroces 
e inmisericordes 
del proselitismo 
de la bella deflagración.

Rozar el cielo, 
mientras uno 
se precipita 
al crepitante infierno.

Placer 
sin norte, 
sin puerto, 
sin calma. 
Bravo mar.
Mar abierto 
a las marejadas 
de las descarnadas 
Parcas. 

El tiempo 
devora belleza 
y la arrogancia 
y el placer 
finiquitan 
inocencia. 

2 comentarios:

  1. Mi placer vuelve al tuyo, y se abre en canal, detrás de lo que dices y de cómo lo dices. Y aunque soy un pasajero intermitente que mañana quizás volverá al ostracismo de tus desórdenes, me alegra pasar a abrazarte los ojos y ver que sigues haciendo lo que me gusta, con tu lenguaje de lejanías íntimas.

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