Las hojas del limonero, mecen mis pensamientos y el almíbar del sol de las doce desnuda la higuera y la prepara para que la despose el invierno.
Sólo y a solas me tomo mi tiempo, para rendir cuentas a la voz de mi Dios, que me susurra en el viento.
Si tu me quisieras, como yo te quiero, no rodaría por las manos de estos infiernos.
Las hojas del limonero, me acarician al sol de las doce.
Y mis pensamientos ruedan, susurrando a mi Dios, que tú me quieras, como el invierno a la higuera, y que cuando seamos sólo tierra, las flores aniden en nuestras manos de agua y primavera.
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