de pena e ira,
que ávidas
de traspiés,
pasan la vida
en las ventanas.
Lenguas esclavas
de la maledicencia.
Todo es bajeza,
no se puede
quebrantar
el orgullo
que no existe.
Que cuelguen
al reo
de la rama
del viejo roble,
a la vista
de todos,
en la plaza.
No hay nada
más suculento
para una arpía
que ajusticiar
a un inocente.
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