domingo, 10 de marzo de 2013
Fundido en negro
El caballero audaz y sus ejecutorias.
Legados eternos, eternamente legados.
Un cuerpo frió que ya está esperando corromperse.
Lameré el cuerpo que fue bello y poderoso.
Arrogante y sucia caricia de adiós.
Libidinosa, reconfortante y última.
Luciendo en el pecho su cruz, con la que nació, y con la que ha muerto.
Descansará con él, pues no será mi codicia la que la aparte de su pecho.
Le protegerá de los corrillos difamadores que tras el óbito intentarán mancharle.
Sino de inabordabilidad, de inaccesibilidad, de distancia, nata y natural.
El dado de la suerte decide quien gana, ganar es perder, perder es ganar.
Por el ventanal penetra una luz perlina y amable.
Desnudos los hombros, desnudo el pecho, desnudo su sexo.
Vulnerable yace.
Fuera aúllan los odios.
Él ya lo dejo escrito; " nunca me pisaran después de muerto."
A hombros mañana trasladaran su cadáver al pueblo de al lado.
Si le quieren pisar tendrán que ir allí.
A pisar su imponente lapida.
Orgullo de previsor.
Silencios de pesadumbre, de tristes recuerdos, crueldad del destino.
Indefenso en el iniciado duelo.
Recordaré como nos conocimos.
Como se fue tejiendo nuestra amistad.
Su semblante de salud.
Y la fulminante muerte, con su ahora desvalido, frente al caprichoso sino, corriente de aguas revueltas y peligrosas.
Recordaré la dulzura de los pecados que cometimos.
Entre las filas de cirios haré un fundido en negro, para evitar las lagrimas.
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