Me encadenan grilletes oxidados por los ácidos orines de mis carceleras.
Ni llorar puedo para no perder tiempo.
Mañana, con el nuevo sol mientras labro mi salida, me desahogaré.
Tormenta de sal que ulcera mis ojos.
Toros que sin descanso me cornean.
Y sin amparo de burladero me rindo y relajo porque se que tras tanta agresión me pondré en pie.
El mañana existe, y en el está mi botín.
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