Tiempo de granadas.
De lluvias que pudren la sangre de paloma.
De gritos de niebla que hacen quejumbroso el alba.
Llora el niño que quiere jugar en el patio al sol.
Pero los nubarrones chulescos todo lo empantanan.
Tiempo de difuntos, de días en los que llora el cielo.
Llora y tapiza de verdín la roca labrada el panteón.
Tiempo de rosas y velas apagadas por las lagrimas del olvido.
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