Vivimos haciendo ruido.
Aislándonos del ruido.
Vivimos buscando la concentración.
Buscando canales perfectos de comunicación.
Canales sin interferencias.
Vivimos buscando receptores.
Buscando quien quiera recibir y replicar nuestra emisión.
Somos islas de ruidos internos.
Selvas de gruñidos.
Infiernos de palabras de miel.
Vivimos generando infiernos.
Vivimos desgastando palabras.
Vivimos del brillo de nuestra fatídica voz.
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