jueves, 14 de febrero de 2019
Si no hay calvario, no hay tormento
Latidos carmesíes, latidos de soberbio cobalto.
Cuidados y atenciones delicadas que nos hacen sentir culpables.
Sin vicisitudes está el que surca el bravo mar, solo.
La soledad es inmensa calma.
No hay bravura en la autosuficiencia.
Paz y felicidad que no demanda ninguna prenda.
Rocas aterciopeladas por el musgo en las que es imposible encallar.
No hay tormento si no hay calvario.
Ebrio sin amor.
Aparte está el que no siente que le falta una parte.
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