sábado, 17 de agosto de 2019

Contradicciones


Son infernales las contradicciones que siente el lúcido, el que se interroga por todo, el que procesa información y la disecciona hasta el empacho.
Nadie sabe como ellos, el dolor que entraña esa estigmatizadora hipersensibilidad, ese imposible cerrar los ojos a nada, y sentir como esas imágenes le ametrallan hasta con los ojos cerrados.
Ellos, saben muy bien que la estanqueidad es una falacia, no existen los búnker donde refugiarse de la deflagración que es vivir y empaparse de la vida propia y de la de los otros.
Vivir mancha y mancha de modo indeleble, tatuando el alma con garabatos atroces, que no los eliges tú, que no sabes muy bien quién los elige. Garabatos que crecen como zarzas, porque no somos dueños de nuestros recuerdos, ellos campan libres en nuestra mente, campan haciendo estragos, campan erosionando las certezas y llenando de incertidumbre lo cierto.
Sólo malvive el sabio, sólo siente zozobra el tildado, por esa demasía de talentos que Dios le ha dado y que no sabe muy bien si enterrar, y no sabe muy bien cómo hacerlos rendir, y no sabe muy bien como tirarlos por la borda para que le dejen de atosigar y le dejen ver que la luz es sólo luz, no un lugar donde flota el infinito, ese infinito que de tanto pensarlo y querer abarcarlo le desgarra.

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