y abierto en canal,
como paloma diseccionada
por los arúspices.
Libro de caligrafías de sangre.
Busco,
en este bosque de ruidos,
la mano que hurgue
en mis carnes.
Como la araña tiende
sus laboriosas telas,
para que en su encaje
componga música el rocío
con sus frágiles cristales.
A si mi corazón
se lanza a abrazar
el filo del cuchillo
de plata de los augures.
Ángel. Hoy no entro a comentar tu poema. Ni siquiera entro a regocijarme con la pretensión de un intercambio de voces poéticas contigo, que autosatisfaga mi voracidad de obtener respuestas llenas de lirismo. No. Esta vez, sólo me inmiscuyo en tu púlpito, para confesarte que si algún día tuviese ocasión de conocerte en persona (no tengo prisa, pero sí la intuición de que me encantaría), me apetecería escuchar tus palabras de cerca, lo suficiente, como para entender por qué siempre palpita mi cerebro y mi alma cuando transito por tu atmósfera creativa. Tendré que buscar un modo de contactarte menos exhibicionista que este.
ResponderEliminarUn saludo Israel. Y cuando quieras y como quieras.
ResponderEliminar