tragedias cómicas
que me hacen reír
en este erial de desafección.
No temo a la afectación,
temo a las lanzadas del mediocre
que corniveleto campea
por el valle de desorden e inacción.
Mi mano redime idiotas
y espera de ellos solamente,
que simplemente
no me muerdan.
Demasiado es el sequito del zafio,
la tropa de zamarros
que arropan a la mondonga,
la corte de hienas que sigue
al iluminado trastornado,
a la animadora de la escombrera
que es esta plaza patibularia
de cainitas calumniadores.
¿Dime dónde estás perdón?
¿Dime dónde habitas olvido?
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