Sobrevolar el ayer para entender el hoy.
Recorrer la tristeza de los selfies.
Los renglones de fantasía que tanto me retratan.
Las estancias de los trastos que acumulan polvo.
Nada olvido y sobrevolar es solo releer lo memorizado.
Releer para nada olvidar.
Releer y retorcer los renglones malditos.
Lo maldito se marca a fuego.
Fuego que impedirá el más mínimo atisbo de nuevo tropiezo.
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