Vándalas palabras que envenenan cosechas en los fértiles valles.
Las proclamas ennegrecen la lechosa cal.
Cainitas repiques que retumban en el llano.
En la religión de la portera, culto del chisme, sin constatar, sin probanza, se correrá el negro velo del falso y cacareado delito.
Defiéndete de las lenguas de áspid, sin ayuda divina.
Sumo reto ante la bien urdida religión de tretas.
Se desesperará el bufón cuando sus estudios salgan a colación.
Y proclamará con estrépito, todos iguales.
Cortemos la proeza y hagamos a todos tullidos e iguales.
Ya nadie con la escabechina, ya nadie sobresale.
Bienvenido al reino de la enrasada escoria, sin pena, ni gloria, nada despunta y ningún dedo apunta a la falta de decoro, estilo y clase.
Donde nada vale y nada brilla, manda el primer parásito que el cetro y el orbe pilla.
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